
Durante cuatro días, el corazón de nuestra alcaldía se llenó de colores, bailes, sabores y tradiciones oaxaqueñas. Tuvimos danzas, música, un bazar con comida típica, artesanías, mezcal, café y sorpresas.
Y claro, la calenda fue el gran momento: un recorrido lleno de alegría, marmotas, monos y comunidad que tomó las calles del Centro de Azcapo con el alma festiva de Oaxaca.
Con este tipo de celebraciones, Azcapotzalco se consolida como el faro cultural del norte de la Ciudad de México, un territorio que honra la diversidad y el bienestar con orgullo.
Aquí, la cultura también es bienestar.